La energía es fundamental en nuestras vidas. Se define como la capacidad de realizar trabajo y la encontramos en múltiples formas: desde la luz solar que ilumina nuestros hogares hasta el combustible que mueve nuestros vehículos. Las fuentes de energía se clasifican en dos grandes grupos: las renovables, que se regeneran naturalmente como la solar y eólica, y las no renovables, que son recursos limitados como el petróleo y el carbón.
Las fuentes de energía no renovables incluyen principalmente los combustibles fósiles y la energía nuclear. El petróleo representa el treinta y uno por ciento del consumo energético mundial, destacando por su alta densidad energética. El carbón aporta el veintisiete por ciento, siendo abundante pero muy contaminante. El gas natural contribuye con el veinticuatro por ciento y produce menores emisiones. La energía nuclear, aunque solo representa el cuatro por ciento, no genera emisiones directas de dióxido de carbono, pero presenta desafíos en el manejo de residuos radiactivos.
Las fuentes renovables tradicionales representan la base de la transición energética. La energía hidroeléctrica genera el dieciséis por ciento de la electricidad mundial, aprovechando la fuerza del agua mediante turbinas. La energía eólica experimenta un crecimiento anual del diez por ciento, utilizando aerogeneradores que convierten el viento en electricidad sin emisiones. La energía solar, el recurso más abundante del planeta, ha reducido sus costos en un ochenta por ciento gracias a los avances en tecnología fotovoltaica, convirtiéndose en una opción cada vez más competitiva.
Las fuentes renovables emergentes ofrecen nuevas oportunidades energéticas. La energía geotérmica aprovecha el calor del interior terrestre, proporcionando energía constante las veinticuatro horas del día con una huella de carbono muy baja. La biomasa utiliza residuos orgánicos y cultivos energéticos, siendo carbono neutral y versátil en sus aplicaciones. La energía mareomotriz aprovecha la fuerza predecible de las mareas oceánicas, aunque su tecnología aún está en desarrollo. Estas tecnologías complementan las fuentes tradicionales, diversificando la matriz energética renovable.
El impacto ambiental varía drásticamente entre fuentes energéticas. Los combustibles fósiles generan entre cuatrocientos noventa y mil cincuenta gramos de CO₂ por kilovatio hora, siendo el carbón el más contaminante. En contraste, las fuentes renovables producen entre once y cuarenta gramos por kilovatio hora, representando una reducción del setenta por ciento en emisiones. La transición energética no solo reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también mejora la calidad del aire, disminuye la contaminación del agua y preserva los ecosistemas naturales.