La mitosis es un proceso fundamental de división celular que permite el crecimiento y la reparación de tejidos en los organismos multicelulares. Durante este proceso, una célula madre se divide para producir dos células hijas que son genéticamente idénticas entre sí y a la célula original. Este mecanismo es esencial para el desarrollo, el crecimiento y la renovación celular en todos los seres vivos.
La interfase es la fase más larga del ciclo celular, donde la célula se prepara para la división. Se divide en tres subfases: G1 donde la célula crece y acumula nutrientes, la fase S donde ocurre la síntesis y duplicación del ADN formando cromosomas con dos cromátidas hermanas unidas por el centrómero, y G2 donde la célula completa su crecimiento y duplica los centrosomas que formarán los polos del huso mitótico.
La profase es la primera fase visible de la mitosis. Durante esta etapa, los cromosomas se condensan y se hacen claramente visibles bajo el microscopio, adoptando su característica forma de X. Simultáneamente, la envoltura nuclear comienza a desintegrarse fragmentándose en pequeñas vesículas. Los centrosomas, que se duplicaron durante la interfase, migran hacia polos opuestos de la célula y comienzan a formar el huso mitótico, una estructura de microtúbulos que será esencial para la separación de los cromosomas.
Durante la metafase, todos los cromosomas se alinean perfectamente en el plano ecuatorial de la célula, formando lo que se conoce como la placa metafásica. Las fibras del huso mitótico se unen a estructuras especializadas llamadas cinetocoros, ubicadas en cada cromátida hermana. Es crucial que cada cromosoma esté correctamente unido a fibras del huso provenientes de ambos polos celulares. El punto de control del huso verifica que todos los cromosomas estén apropiadamente unidos antes de permitir que la célula proceda a la siguiente fase, asegurando así una distribución equitativa del material genético.
La anafase es la fase más dramática de la mitosis, donde ocurre la separación real de los cromosomas. Se divide en dos subfases: la anafase A, donde las cromátidas hermanas se separan simultáneamente y migran hacia polos opuestos de la célula impulsadas por el acortamiento de las fibras del huso; y la anafase B, donde el huso mitótico se alarga, separando aún más los polos celulares. Este proceso asegura que cada polo de la célula reciba exactamente el mismo número y tipo de cromosomas, garantizando una distribución equitativa del material genético para las futuras células hijas.