El proceso de la deglución cual es desde su fase oral, Faringea y esofagica
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La deglución es un proceso fisiológico complejo que nos permite transportar de manera segura el alimento desde la boca hasta el estómago. Este proceso involucra múltiples estructuras anatómicas trabajando de forma coordinada: la cavidad oral, la faringe y el esófago. La deglución se divide en tres fases secuenciales: la fase oral que es voluntaria, la fase faríngea que es refleja, y la fase esofágica que es involuntaria. Cada una de estas fases tiene características y mecanismos específicos que deben funcionar de manera perfectamente sincronizada para asegurar que el alimento llegue al estómago sin comprometer las vías respiratorias.
La fase oral preparatoria es la primera etapa de la deglución y es completamente voluntaria, lo que significa que podemos controlarla conscientemente. Durante esta fase ocurren varios procesos importantes: primero, la masticación del alimento mediante los dientes y músculos masticatorios que fragmentan el alimento en partículas más pequeñas. Segundo, la formación del bolo alimenticio, donde la lengua mezcla y compacta el alimento masticado. Tercero, la lubricación con saliva producida por las glándulas salivales, que no solo facilita la deglución sino que también inicia la digestión de carbohidratos. Finalmente, el posicionamiento lingual coloca el bolo en la posición adecuada para iniciar la siguiente fase. El control voluntario de esta fase nos permite modificar la velocidad de masticación y la consistencia del bolo según nuestras necesidades.
La fase faríngea es un proceso reflejo e involuntario que se activa automáticamente cuando el bolo alimenticio llega a la faringe. Esta fase es crucial porque debe proteger las vías respiratorias mientras permite el paso del alimento. Los mecanismos de protección incluyen: primero, la elevación del paladar blando que cierra el paso hacia la cavidad nasal. Segundo, el cierre de la glotis y el descenso de la epiglotis que bloquean la entrada a la tráquea, evitando que el alimento entre en las vías respiratorias. Tercero, la elevación de la laringe que facilita la apertura del esfínter esofágico superior. Finalmente, la contracción secuencial de los músculos faríngeos que impulsan el bolo hacia el esófago. Esta coordinación neuromuscular perfecta previene la aspiración y asegura el paso seguro del alimento en menos de un segundo.
La fase esofágica es un proceso completamente involuntario controlado por el sistema nervioso autónomo. Una vez que el bolo alimenticio pasa el esfínter esofágico superior, se inicia la peristalsis esofágica, que consiste en ondas de contracción muscular coordinadas que transportan el alimento hacia el estómago. Existen dos tipos de peristalsis: la primaria, que se inicia automáticamente con la deglución y es la más eficiente, y la secundaria, que se activa si queda algún residuo de alimento en el esófago. Los esfínteres esofágicos superior e inferior actúan como válvulas: el superior se abre para permitir la entrada del bolo y se cierra para evitar el reflujo, mientras que el inferior se relaja para permitir el paso al estómago y luego se contrae para prevenir el reflujo gástrico. Los tiempos de tránsito varían según la consistencia: los líquidos tardan entre uno y dos segundos, mientras que los sólidos requieren de cuatro a ocho segundos. Este control autónomo asegura un transporte eficiente y seguro del alimento hacia el estómago.
La coordinación neural integrada es fundamental para el éxito de la deglución. El centro de la deglución, ubicado en el bulbo raquídeo, actúa como el director de orquesta de todo el proceso, coordinando la actividad de múltiples nervios craneales: el trigémino, facial, glosofaríngeo, vago, accesorio espinal e hipogloso. Estos nervios controlan los músculos involucrados en cada fase de la deglución. La transición desde la fase voluntaria oral hacia las fases involuntarias faríngea y esofágica requiere una coordinación neuromuscular extremadamente precisa, donde cada músculo debe contraerse en el momento exacto y con la fuerza adecuada. Esta integración neural tiene gran importancia clínica, ya que permite identificar disfagias y otros trastornos de la deglución, especialmente aquellos causados por alteraciones neurológicas como accidentes cerebrovasculares, enfermedades neurodegenerativas o lesiones del sistema nervioso. Comprender estos mecanismos es esencial para desarrollar estrategias de tratamiento efectivas y asegurar una deglución segura y eficiente en todos los pacientes.