La reproducción humana es un proceso sexual fundamental que permite la continuidad de nuestra especie. Requiere la unión de gametos masculinos y femeninos, creando diversidad genética esencial para la evolución y adaptación. Este proceso involucra sistemas reproductores especializados que trabajan en coordinación para generar nueva vida.
El sistema reproductor masculino está compuesto por varios órganos especializados. Los testículos producen espermatozoides mediante espermatogénesis, un proceso que dura aproximadamente 74 días. Los espermatozoides maduran en el epidídimo y viajan por los conductos deferentes. Las vesículas seminales y la próstata aportan secreciones que forman el semen, mientras que el pene actúa como órgano copulador para la reproducción.
El sistema reproductor femenino incluye los ovarios que producen óvulos mediante ovogénesis, las trompas de Falopio que transportan los gametos, el útero donde se desarrolla el feto, el cuello uterino que conecta útero y vagina, y la vagina como canal de parto. Este sistema está regulado por hormonas como estrógenos y progesterona que controlan el ciclo reproductivo.
El ciclo menstrual dura aproximadamente 28 días y se divide en cuatro fases principales. La fase menstrual ocurre del día 1 al 5, seguida por la fase folicular hasta el día 14. La ovulación sucede alrededor del día 14, y la fase lútea abarca del día 15 al 28. Este proceso está regulado por hormonas como FSH, LH, estrógenos y progesterona, que coordinan los cambios en el endometrio y la liberación del óvulo.
La fecundación comienza cuando los espermatozoides viajan hacia el óvulo en la trompa de Falopio. Un espermatozoide penetra el óvulo, fusionando sus núcleos para formar el cigoto. Este inicia divisiones celulares, desarrollándose en blastocisto que se implanta en el endometrio uterino, marcando el inicio del embarazo y el desarrollo embrionario.