Bienvenidos al mundo de los derechos de la infancia. Los derechos de las niñas y los niños son principios fundamentales que garantizan su protección, desarrollo y bienestar. Estos derechos son universales y se aplican a todos los menores de 18 años, sin importar su origen, género, religión o condición social.
La Convención sobre los Derechos del Niño es el tratado internacional más ratificado de la historia. Fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Este documento histórico establece 54 artículos que reconocen que todos los niños y niñas menores de 18 años tienen derecho a ser protegidos, desarrollarse y participar activamente en la sociedad.
Los derechos de la infancia se fundamentan en cuatro principios básicos. Primero, la no discriminación, que garantiza que todos los niños tienen los mismos derechos sin importar su raza, género o condición. Segundo, el interés superior del niño, que debe ser la consideración primordial en todas las decisiones. Tercero, el derecho a la supervivencia y desarrollo, asegurando condiciones para crecer saludablemente. Y cuarto, el derecho a la participación, permitiendo que los niños expresen sus opiniones.
Los derechos específicos de la infancia abarcan múltiples aspectos de la vida. El derecho a la vida y supervivencia es fundamental. La educación es clave para el desarrollo. La salud garantiza el bienestar físico y mental. La protección los resguarda de cualquier daño. El juego y recreación son esenciales para su desarrollo integral. Y el derecho a la identidad les asegura un nombre, nacionalidad y conocer a sus padres. Todos estos derechos trabajan juntos para crear un entorno donde los niños puedan prosperar.
Proteger los derechos de la infancia es una responsabilidad compartida que nos involucra a todos. Los gobiernos deben crear leyes y políticas que protejan a los niños. Las familias y comunidades son el primer círculo de protección. Las escuelas y educadores forman y protegen diariamente. Las organizaciones internacionales coordinan esfuerzos globales. Y cada uno de nosotros, como ciudadanos, tenemos el deber de defender estos derechos. Solo trabajando juntos podremos garantizar que todos los niños y niñas del mundo crezcan en un ambiente seguro, saludable y lleno de oportunidades.