Las celdas galvánicas son dispositivos electroquímicos que convierten energía química de reacciones redox espontáneas en energía eléctrica. Consisten en dos semiceldas conectadas por un puente salino, con electrones fluyendo a través de un circuito externo desde el ánodo hacia el cátodo.
Una celda galvánica típica consta de cuatro componentes principales. El ánodo es el electrodo donde ocurre la oxidación, perdiendo electrones. El cátodo es donde ocurre la reducción, ganando electrones. El puente salino mantiene la neutralidad eléctrica permitiendo el movimiento de iones. Y el circuito externo permite que los electrones fluyan del ánodo al cátodo.
En una celda galvánica de zinc-cobre, ocurren dos reacciones simultáneas. En el ánodo de zinc, los átomos de zinc se oxidan, perdiendo dos electrones para formar iones zinc dos positivo. En el cátodo de cobre, los iones cobre dos positivo se reducen, ganando dos electrones para formar átomos de cobre metálico. La reacción global combina ambos procesos.
El voltaje de una celda galvánica se determina por la diferencia entre los potenciales estándar de reducción de las dos semiceldas. Para la celda zinc-cobre, el potencial del cobre es más 0.34 voltios y el del zinc es menos 0.76 voltios. El voltaje total de la celda es 1.10 voltios, que se puede medir con un voltímetro conectado a los electrodos.
Las celdas galvánicas tienen numerosas aplicaciones en nuestra vida diaria, desde baterías de automóviles hasta dispositivos electrónicos portátiles. En resumen, estas celdas convierten energía química en eléctrica mediante reacciones redox espontáneas, con electrones fluyendo del ánodo al cátodo a través de un circuito externo. El voltaje se determina por los potenciales estándar de las semiceldas, y su versatilidad las hace fundamentales en la tecnología moderna.
Una celda galvánica típica consta de cuatro componentes principales. El ánodo es el electrodo donde ocurre la oxidación, perdiendo electrones. El cátodo es donde ocurre la reducción, ganando electrones. El puente salino mantiene la neutralidad eléctrica permitiendo el movimiento de iones. Y el circuito externo permite que los electrones fluyan del ánodo al cátodo.
En una celda galvánica de zinc-cobre, ocurren dos reacciones simultáneas. En el ánodo de zinc, los átomos de zinc se oxidan, perdiendo dos electrones para formar iones zinc dos positivo. En el cátodo de cobre, los iones cobre dos positivo se reducen, ganando dos electrones para formar átomos de cobre metálico. La reacción global combina ambos procesos.
El voltaje de una celda galvánica se determina por la diferencia entre los potenciales estándar de reducción de las dos semiceldas. Para la celda zinc-cobre, el potencial del cobre es más 0.34 voltios y el del zinc es menos 0.76 voltios. El voltaje total de la celda es 1.10 voltios, que se puede medir con un voltímetro conectado a los electrodos.
Las celdas galvánicas tienen numerosas aplicaciones en nuestra vida diaria, desde baterías de automóviles hasta dispositivos electrónicos portátiles. En resumen, estas celdas convierten energía química en eléctrica mediante reacciones redox espontáneas, con electrones fluyendo del ánodo al cátodo a través de un circuito externo. El voltaje se determina por los potenciales estándar de las semiceldas, y su versatilidad las hace fundamentales en la tecnología moderna.