Para los jóvenes de hoy, que crecen en un mundo de constante cambio y presión, mi mensaje es simple pero profundo: empiecen por el por qué. No se trata solo de elegir una carrera o un trabajo. Se trata de entender por qué quieren hacer lo que hacen. Cuál es su propósito, qué les impulsa más allá del dinero o el reconocimiento superficial.
Viven en una era de gratificación instantánea. Las redes sociales les muestran vidas perfectas y logros rápidos. Esto crea una presión inmensa y una sensación de que si no tienen éxito ahora, están fallando. Pero la vida, y el éxito significativo, es un juego infinito. No hay una meta final a la que llegar y parar. Se trata de la mejora continua, de construir relaciones, de contribuir a algo más grande que ustedes mismos.
Sean pacientes. El éxito real, la realización profunda, lleva tiempo. Requiere esfuerzo, resiliencia y, sobre todo, claridad sobre su por qué. No busquen atajos. Disfruten el proceso de aprendizaje y crecimiento. No se aíslen detrás de las pantallas. Conéctense de verdad con las personas. Construyan relaciones basadas en la confianza, la empatía y el apoyo mutuo.
No busquen ser los mejores en comparación con otros. Busquen ser mejores que ustedes mismos ayer. La competencia constante con otros puede ser agotadora y contraproducente. En cambio, enfóquense en su propio crecimiento y desarrollo personal. Cada día es una oportunidad para mejorar, aprender algo nuevo y acercarse más a su propósito.
Encuentren su por qué, sean pacientes, construyan relaciones significativas y jueguen el juego infinito de la vida con propósito y contribución. El mundo necesita su por qué. Cada uno de ustedes tiene algo único que ofrecer, una perspectiva especial, un talento particular. Cuando descubran su propósito y lo vivan con autenticidad, no solo transformarán sus propias vidas, sino que también contribuirán a hacer del mundo un lugar mejor.