Los motores eléctricos son máquinas que convierten energía eléctrica en energía mecánica. Se clasifican principalmente según el tipo de corriente eléctrica que utilizan para funcionar: motores de corriente continua y motores de corriente alterna.
Los motores de corriente continua se clasifican en cuatro tipos principales según la conexión de sus devanados. El motor serie tiene el campo conectado en serie con el inducido, proporcionando alto par de arranque. El motor paralelo o shunt mantiene velocidad constante. El motor compuesto combina ambas características, y el motor de imán permanente utiliza imanes fijos para crear el campo magnético.
Los motores de corriente alterna son los más utilizados en la industria. El motor síncrono gira a velocidad constante sincronizada con la frecuencia de la red. Los motores asíncronos o de inducción son los más comunes, donde el motor de jaula de ardilla es robusto y confiable, mientras que el de rotor bobinado permite mayor control. El motor universal puede funcionar tanto con corriente alterna como continua.
Los motores de corriente continua ofrecen control preciso de velocidad y alto par de arranque, siendo ideales para vehículos eléctricos y aplicaciones de robótica, pero requieren mayor mantenimiento. Los motores de corriente alterna son más robustos, eficientes y requieren menos mantenimiento, por lo que dominan las aplicaciones industriales como bombas, ventiladores y maquinaria general.
La selección del motor eléctrico adecuado depende de múltiples factores como el tipo de aplicación, potencia requerida, precisión de control y condiciones ambientales. Los motores de corriente continua son ideales cuando se necesita control preciso de velocidad, mientras que los motores de corriente alterna son preferibles para aplicaciones industriales generales debido a su robustez y menor mantenimiento. La decisión final debe considerar tanto los aspectos técnicos como económicos.