Los Salmos de la Biblia son una colección sagrada de ciento cincuenta poemas y canciones religiosas que constituyen uno de los libros más importantes del Antiguo Testamento. Estos textos expresan la profunda relación entre la humanidad y Dios a través de la poesía y la música.
Los Salmos abarcan una amplia gama de expresiones espirituales. Incluyen cantos de alabanza y adoración que exaltan la grandeza de Dios, lamentos y súplicas donde se expresan dolor y necesidad, himnos de acción de gracias por las bendiciones recibidas, confesiones de pecados, y meditaciones profundas sobre la naturaleza divina y la vida humana.
Los Salmos fueron escritos por diversos autores a lo largo de varios siglos. El Rey David es tradicionalmente considerado el autor más prominente, habiendo compuesto aproximadamente la mitad de los salmos. Otros autores incluyen a Asaf, director del coro del templo, los hijos de Coré que eran levitas músicos, el Rey Salomón, Moisés, y varios autores anónimos que contribuyeron a esta rica colección poética.
Los Salmos fueron utilizados originalmente en la adoración del Templo de Jerusalén y se convirtieron en una parte fundamental de la liturgia tanto judía como cristiana. En las sinagogas, los Salmos forman parte esencial de las oraciones diarias, mientras que en las iglesias cristianas han sido adoptados como himnos, cánticos y oraciones litúrgicas. Su influencia se extiende hasta nuestros días en la música sacra y la adoración contemporánea.
Los Salmos están organizados en cinco libros o secciones distintas, similar a la estructura del Pentateuco. El Libro Primero contiene los Salmos del 1 al 41, el Segundo del 42 al 72, el Tercero del 73 al 89, el Cuarto del 90 al 106, y el Quinto del 107 al 150. Esta división refleja diferentes períodos históricos y temáticas, creando una colección completa de 150 salmos que abarca toda la experiencia espiritual humana.