Hazme un cuento de la batalla de Carabobo de 1824 en Venezuela, con el texto siguiente: Comienza un nuevo día, el sol anuncia Buenas tardes muchachos, estoy muy contento de haber podido llegar con vida al Bicentenario de la Batalla de Carabobo. Tengo un regalo que deseo darles, y son una serie de entrevistas que me dejo en herencia mi abuelito, quien en vida pudo conocer al General Don O´leary, como a varios descendientes de los Generales Manuel Cedeño, Ambrosio Plaza, Julian Mellado Y Antonio Febres. Mi abuelo tenía la propiedad de entrar en confianza con el más pintao, además de periodista audaz, para una época, donde todavía hablar con ciertos personajes Corría el año de 1841, y a mi abuelo, el periódico El Venezolano, le había encomendado una reseña de la batalla de Carabobo, por cumplirse 20 años de esa batalla. Eran tiempos difíciles, todavía era tema espinoso, hablar del General Páez y del Libertador sin medias tintas. Hablar del Gran Centauro en el Periódico El Venezolano, no era algo que le gustaría a Don Leocadio Guzmán eminentemente adverso al líder llanero. Todavía, incluso faltaría un año más, para traer los restos mortales del Padre de la Patria. Él me decía, que la Ley de Imprenta de la época favorecía Así, que no la tenía fácil, mi abuelo. Bueno, pero eso no lo amilanó, y a través del Sr. Fausto Teodoro de Aldrey, pudo contactar al general Don Florencio Oleary quien era para ese momento Cónsul de su Majestad Británica en Venezuela. El Sr. Fausto, nos cito a ambos en su famoso Restaurante “El Café Español”. Me decía mi viejito, que no había, ni lo hay todavía helados como los que se comían ahí. De esta relación, nació una gran amistad con Don Fausto, que incluso llevo a ambos ser cofundadores del Diario el Porvenir, pero eso fue mucho más después. Esta serie de entevistas muchachos, es inédita. Ya que mi abuelo plasma en ellas, la verdad, verdaita. Hay vamos a ver el genio del Libertador, como también el arrojo y valentía del Catire Paez. Lástima, que por azares del tiempo, no pudo entrevistar al propio Páez, uno porque no se lo hubieran permitido y otro porque para el momento, no se encontraba en Caracas. La presidencia estaba a cargo de su Vicepresidente Santos Michelena. Y pensar que quien lo conoció, que iba a sospechar que tendría esa horrorosa muerte. Le clavaron un puñal en el propio Congreso de la República, quien podría imaginarse eso. Pero bueno, eso lo que les hace ver es que la vida da tumbos y tumbos. Y no es bueno olvidar. Por cierto, que les estaba contando. Asi, mi abuelo logro entrevistar al General O´leary. Dejame leerles sus notas. Mi General, con sumo respeto, deseo realizarle una serie de preguntas relacionadas con la batalla de Carabobo

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