Los gases de efecto invernadero son componentes fundamentales de nuestra atmósfera. Estos gases tienen la capacidad especial de absorber y emitir radiación infrarroja, lo que los convierte en los principales responsables del efecto invernadero que mantiene nuestro planeta cálido y habitable.
El efecto invernadero es un proceso natural esencial para la vida en la Tierra. Funciona como una manta invisible que rodea nuestro planeta. La radiación solar entra a través de la atmósfera, calienta la superficie terrestre, y luego parte de este calor queda atrapado por los gases de efecto invernadero, manteniendo una temperatura adecuada para la vida.
Los principales gases de efecto invernadero incluyen el dióxido de carbono, que es el más abundante y proviene principalmente de la quema de combustibles fósiles. El metano es muy potente y se produce en la agricultura y descomposición orgánica. El óxido nitroso proviene de fertilizantes y procesos industriales. Los gases fluorados son sintéticos pero muy potentes, y el vapor de agua actúa como amplificador natural del efecto.
Las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero incluyen la quema de combustibles fósiles en industrias y centrales eléctricas, que libera grandes cantidades de dióxido de carbono. El transporte contribuye significativamente a través de los vehículos. La deforestación reduce la capacidad de absorción de CO2, mientras que la agricultura y ganadería producen metano y óxido nitroso.
El exceso de gases de efecto invernadero está causando el calentamiento global y cambio climático, con consecuencias como el derretimiento de glaciares y el aumento del nivel del mar. Sin embargo, existen soluciones efectivas: las energías renovables como la solar y eólica, la mejora de la eficiencia energética, y la reforestación que ayuda a absorber CO2. La acción colectiva es fundamental para mitigar estos efectos.