Un drone es una aeronave no tripulada que funciona mediante la interacción coordinada de varios componentes clave. Los principales componentes incluyen las hélices y motores que generan la sustentación, el controlador de vuelo que actúa como el cerebro del drone, diversos sensores que proporcionan información sobre la orientación y posición, una batería que suministra energía, y un sistema de comunicación que permite al piloto enviar comandos al drone.
Los drones generan sustentación y se mueven controlando la velocidad de cada motor de forma independiente. Para ascender, todos los motores aumentan su velocidad simultáneamente. Para descender, todos reducen su velocidad. Para avanzar, los motores traseros giran más rápido que los delanteros, inclinando el drone hacia adelante. Para retroceder, ocurre lo contrario. Para girar o rotar, los motores diagonalmente opuestos aumentan su velocidad mientras los otros dos la reducen, creando un momento de rotación. Esta capacidad de controlar cada motor individualmente es lo que da a los drones su extraordinaria maniobrabilidad.
El controlador de vuelo es el cerebro del drone que procesa datos de múltiples sensores para mantener la estabilidad. Los sensores principales incluyen el giroscopio, que mide la rotación en los tres ejes; el acelerómetro, que detecta cambios de velocidad; el barómetro, que mide la altitud mediante la presión atmosférica; el GPS, que determina la posición geográfica; y el magnetómetro, que actúa como una brújula. El proceso de estabilización es continuo: los sensores detectan cualquier desviación de la posición deseada, el controlador procesa estos datos cientos de veces por segundo, y ajusta la velocidad de cada motor individualmente para corregir la posición del drone automáticamente.